El volante creativo de 14 años, que tiene parentesco directo con el creador de la liga de fútbol seniors de Iquique, Hernán Villanueva, entrena y juega por la novena de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. La cuna de algunos peloteros como Diego Armando Maradona, Claudio Borghi, Juan Román Riquelme, Federico Insúa, Fernando Redondo, Juan Pablo Sorín, Sergio Batista, Esteban Cambiasso, José Pékerman y Mas. Sí, Pinino.
Alberto Dosscuro Mefreno
La primera vez que Amaro Iturra Villanueva puso a prueba su destreza con balón dominado fue el 11 de julio de 2017, en un masivo organizado por la Universidad Católica en el mismísimo San Carlos de Apoquindo. De los mil 300 postulantes tickearon a cuatro. Tres capitalinos y solo uno de provincia: él. El iquiqueño de 9 años.
Los técnicos y otros directivos cruzados les pidieron a sus padres que lo dejaran instalado entre los faldeos precordilleranos, pues ahí podrían pulir mejor el estilo con el que se manejaba muy bien de mediocampo hacia adelante, pero la decisión final de la familia fue esperar. Regresar a Iquique, absorber el costo de viajar esporádicamente a entrenamientos a la capital, pero seguir metiéndole en Caupolicán; aunque desde ese momento, destinándole más horas a la preparación física y alimentando de mejor manera su ya reconocida fortaleza mental.
Dos años después, ya con once primaveras en el cuerpo, apuntó a la Universidad de Concepción y también quedó en la nómina, dejando el peto y agarrando camiseta rápidamente. Una consecuencia que, incluso, obligó al familión a lo que parecía evidente. Trasladarse hasta el Biobío, donde permanecieron por tres temporadas.
Allá, un día equis, les avisaron que uno de los entrenamientos se realizaría conjuntamente entre varios equipos de Sudamérica con cámara en mano, en vivo y en directo, transmitiéndolo a través de vaya saber que plataforma digital, pues la idea era que pudiesen ver todos los movimientos desde la sala del área de formación y captación de Argentinos Juniors.
A Rodrigo Iturra Lagos, su padre, no le dijeron nada de cómo resultó esa operación, pero tras lo mostrado por Amaro intensificó sus charlas con el jefe formativo de los chicos del Campanil, Carlos Pedemonte, quien había visado su ingreso y tuvo que dar el visto bueno para que probara suerte al otro lado de la cordillera.
“No hubo un contacto entre las instituciones, pero noté que había un interés genuino desde allá por contactarse con algunos jugadores que no prosperaba nunca. Así que ahí fue cuando nosotros dijimos vamos a ver si Amaro puede dar más. Y arreglamos todo para irnos a Argentina un mes”, dice Rodrigo, quien confiesa que también visitaron el predio de Velez Sarsfield, sitio en el que le anunciaron que el “chico era divino”, pero que no quedaba porque lamentablemente “era chileno”. Sí, como un sinónimo de julero.
“La verdad es que en todas partes apuntaban eso, pues tras las pruebas me decían que el cabro andaba bien, que tenía buena técnica, buen pie, pero que venía de un fútbol que es inferior, con un roce distinto, con poca intención, ímpetu y garra. Y que eso solo se aprendía estando allá”, cuenta Rodrigo descasseteando su conversa con Paulo Arenas, el captador del Bicho Colorado de La Paternal. La nueva casa de Amaro desde enero del 2022.
Ashen de los Andes
Lo que más le recalcaban al pequeño volante creativo de la categoría 2008 de la Asociación Atlética Argentinos Juniors es que, en el fútbol trasandino, la intención es lo que más vale. Lo que más puntúa. Y que la única fórmula probada para sacar rendimiento es ir a morir por la pelota. Así, como si fuese la última.
“Los profes argentinos le dicen constantemente que la pelota es un plato de comida. Y que no puede morirse de hambre, por lo que ahora parece un perro que va con todo a buscar su pedazo de carne”, cuenta su viejo, quien lo matriculó en el Colegio de La Providencia para que no todo sea chutear y chutear balones.
“Hoy en día Amaro, conocido como El Chile o Ámaro, estudia de 7:30 a 14:00, almuerza en casa y a eso de las 16:00 ya estamos rumbo al entrenamiento, pues las distancias son bien largas. Nada como las dos horas y media que hacen otros padres o familiares de chicos que persiguen el mismo sueño”, explica Rodrigo, quien advierte que semana a semana pasan a probarse alrededor de 130 niños.
-¡Y de ahí volver a hacer tareas!
“Sí. La verdad es que estamos buscando fórmulas para no correr todo el día por Buenos Aires, donde nos vinimos a instalar, ya que también participa en sesiones con un nutricionista, un preparador físico y un psicólogo deportivo que son de Velez”.
-Ah, pavimentando con todo.
“Mira, nosotros como familia hemos tratado de apoyar el sueño de Amaro y explicarle que este es un camino largo, pues recién está formándose como persona. Afortunadamente tiene los pies bien puestos en la tierra y sabe que con esfuerzo y perseverancia se cumplen las metas”.
-Oye. ¿Y cuál es la hebra de ese plus pelotero?
“Viene de la familia de su mamá, Denisse Villanueva Castro, quien es hija de Hernán Villanueva Cabeza y nieta del fundador de los Viejos Crack, Hernán Villanueva”.
Integrado a mango
Como buen nortino Amaro se inició en las polvorientas, específicamente, en las del Cerro Dragón cuando tenía 4 años y defendía al Athlas Club. De ahí, sumó pasos por la AFI con San Lorenzo y Caupolicán, una institución robusta liderada, en su serie, por el técnico Luis Briceño y un buen equipo de profesionales que siempre está aportando con noticias positivas a la hora de hablar de copas y procesos formativos.
De ahí sucedió lo de la UC y la UdeC, hasta arribar a una institución que forma parte de la Liga profesional del Fútbol Argentino y que además del estadio ‘Diego Armando Maradona’ y el Complejo Polideportivo ‘Las Malvinas’ en el barrio de La Paternal, tiene el Centro de Entrenamiento Formación para el Fútbol Amateur (CEFFA) en Bajo Flores, donde las ofician de local en el Campeonato de Divisiones Inferiores.
-¿Qué tal la adaptación Amaro?
“Buena. Me ha ido bastante bien. De a poco me voy a incorporando al club y al fútbol argentino”.
-¿Te hacen ver que eres extranjero?
“No, no es como que me saquen o me aparten. Me han integrado súper bien”.
-¿Y estás jugando?
“Sí, el sábado entré en el segundo tiempo y algo hicimos. Pasa que en el primer tiempo entramos mal y perdíamos 4-0. Ya en cancha alcanzamos a estar 4-2 y nos anularon uno que era gol, así que perdimos 5-2. Eso sí veníamos de ganar 7-1 a Atlético Tucumán y a Aldosivi por 3-2 y de perder 3-2 con San Lorenzo”.
-¿Estás en la novena?
“Sí, cumpliendo un sueño, principalmente porque me gusta el fútbol. Llevo cuatro partidos y he hecho bastante cosas buenas, he encarado y jugado bien”.
-¿Cuáles son las virtudes que te levaron hasta allá?
“Pensar muy rápido y no tener tanto el balón. Acá me dicen que se debe sentir el futbol y actuar con rapidez, así que controlo y toco porque si no me caen dos. En Chile hay más tiempo para mirar, darte vuelta y recién tocar”.
-¿Piensas en el debut en primera?
“Paso a paso, pero sería ideal a los 16 o 17 años. Mi idea, si se puede, es formarme tres o cuatro años acá y regresar a Chile a empezar en primera. O bien, ser llamado a una selección nacional”.
-Genial. ¿Alguien a quien agradecer?
“A mis padres Rodrigo Iturra y Denisse Villanueva Castro que siempre han confiado y me apoyan cuando lo necesito y a mi hermano Ian Iturra Villanueva, quien tuvo que sacrificar un poco de su vida para seguir a mi lado. Y claro, a todos quienes gracias a sus buenas vibras siempre están pendientes de este largo proceso y casi me olvido. A mi abuelo Rodrigo Iturra, quien a través de la Constructora Servicios MEME siempre ha estado apoyándome en la parte económica”.
Disciplina y amor
El crédito local también agradece siempre al Club Caupolicán por enseñarle sobre fuerza y lealtad de equipo, pero tiene una especial admiración por Patrick Rojas, el actual entrenador del equipo de proyección de Club Deportes Iquique.
“El profe Patrick fue mi preparador de siempre, cuando estaba en Iquique, en el tiempo que me fui a la Universidad Católica y después siguió conmigo cuando era técnico de la U de Concepción. Él me ayudó a mejorar en todo lo posible dentro y fuera de la cancha. Y eso lo agradezco un montón, porque me hizo ver más allá, aportándome conocimientos con cursos que me sirvieron un montón para trabajar en pandemia”, señala Amaro haciendo hincapié en los días que vivió en Pica, donde no había jornada en la que no asimilaba los conceptos de un seminario que le aportaba información sobre posiciones de los equipos en el campo de juego.
“Amaro no es un muchacho de encarar, pasárselos a todos y hacer tres goles por partido, sino que cada vez se mete más en el rol de tocar y pasar, estudiando cómo deben ser los retrocesos, cómo funcionan las líneas y las ubicaciones dentro de la cancha. Todo para entender y mejorar. Algo que al principio chocaba con mi manera de ver el fútbol, que es más pasional y que solo se apega a resultados y celebraciones”, señala su padre, Rodrigo Iturra.
“Amaro es un chico con mucho carácter, con mucho rigor y esfuerzo, el que en términos de maduración mental nunca parecía de la edad que tenía. Fíjate que ya a los 11 años era súper tolerante y escuchaba a los profesores, porque somos varios los que hemos estado en su camino y yo no me podría adjudicar nada con nombre propio”, dice el mismo Patrick Rojas, quien agrega que siempre le llamó la atención su pensamiento crítico.
“Con mucho respeto te hacía preguntas con relación a las funciones del fútbol, abriendo diferencias si lo comparamos con la gran mayoría de los chicos de hoy en día, a quienes les levantas un poco la voz y piensan que los estás retando. Están muy frágiles, muy sensibles, pero este chico es distinto. Conoció el mundo porque ama el fútbol y está agarrando experiencia porque además de lo futbolístico, tiene ese componente mental que lo mantiene en un nivel de apto, de preparado para moverse, avanzar y seguir quemando etapas”.
-¿Siempre fue así?
“Siempre fue competitivo, pero no razonaba bien la derrota, no le daba lo mismo perder un pase, entonces se enojaba dentro de esa competitividad que tiene de superarse a el mismo. Y de ahí trabajó harto la tolerancia a la frustración, pues era un chico que incluso utilizaba malas expresiones para sacarse la rabia, pero lo corrigió y avanzó. El problema estaba solo en la cancha”.
-¿Tiene todo entonces? ¿Le debiera ir bien?
“Va bien, porque de partida hay dos factores bien marcados: su disciplina y el amor por el fútbol, lo que en definitiva determina las carreras de los talentosos. Tú sabís que está lleno de cracks que no llegan a ninguna parte por falta de perseverancia y voluntad, pero Amaro cumple con todos esos requisitos que tienen los grandes deportistas”.